En Nayarit particularmente, la celebración del Día de Muertos, se resumía a la elaboración, en familia, de coronas de flores naturales para agregar al altar de Muertos o bien, serían colocadas en las tumbas de los difuntos; la tradición fue modificada con la introducción de altares, como en el centro del país, y actualmente, las coronas ya no son el atractivo principal de esta tradición de nuestra tierra.

El  INAH Nayarit, explica que a partir de los años noventa, las coronas de muertos de la región, se acompañan con la instalación de altares, con flores, dulces, comida, frutas, veladoras y más, cuando por iniciativa del ex gobernador Celso Humberto Delgado, quien mantiene  muy ligada  con el centro del país, promovió la instalación y concursos de altares, al estilo del Distrito Federal.

Dijo que la corona, es una representación “de la muerte como coronación, o consumación de la vida; esa idea se repite por todo México, América Latina y es una herencia española y portuguesa, pero representa una ritualización de la idea judeo cristiana”.

Antes de los años noventa, el festejo se resumía a que “en días previos al 1 y 2 de noviembre, las familias se reunían para elaborar las coronas y tenerlas listas para llevarlas al panteón, que era el momento ritual característico de esta actividad, y eran elaboradas con armazones de carrizo o zacate, forradas con flores naturales, conocidas como cordón de obispo y moraditas”.

El arqueólogo mencionó que también se utilizaba la hoja de maíz o maguey para crear estas flores que poco a poco se fueron elaborando con papel de china, crepé, e incluso cera, “luego se introdujo el plástico y actualmente, son artificiales, de papel, montadas sobre hule espuma o unicel, aunque en muchos lugares se siguen haciendo naturales” dijo.

Además, comentó que a la par de estas ofrendas, en las casas mestizas, al igual que en las comunidades indígenas coras, se colocaba en un espacio, vasos de agua, sal, veladoras y objetos religiosos, únicamente, “ya que éstos creían que los muertos sólo se alimentaban de agua y sal” afirmó Samaniega.

Sobre la adopción de los altares de muertos con otros elementos, el investigador dijo que “los que se usaban en Nayarit, no tenían cinco escalones, ni pan, ni todos esos objetos, además la flor de cempazúchitl, no se utilizaba porque no era común en la región” concluyó.

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