El presidente de la República Andrés Manuel López Obrador supervisa obras de remodelación en el puerto y en un buque de la Marina viaja a Islas Marías, donde dormirá. En breve, del muelle saldrán los ferrys a la antigua colonia penal federal, que será importante destino turístico.

La esperanza vuelve a San Blas.

Agradable clima, un sol clemente, jejenes casi ausentes al caer la tarde, este jueves en el puerto ha vuelto, de nuevo, la esperanza.

Decenas de trabajadores ensamblan adoquines, limpian, barren, pintan la nueva plaza. Quedan apenas unas horas para que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, llegue este viernes a supervisar obras en San Blas e Islas Marías.

El buque de la Armada que llevará a la antigua colonia penal al mandatario y su comitiva está a la espera en un muelle que ha sido remodelado. Limpísimo el buque, reluciente el muelle. 

San Blas es una eterna Penélope esperando siempre el regreso de glorias idas. Y no es para menos, de ahí partió a las Californias el fraile Junípero Serra; fue en el virreinato uno de los dos puertos más importantes del Pacífico; iban y venían mercancías (iba el tequila a lejanos países y venían de China los rebozos de seda que aquel hombre le trajo, a su Negra, de Tepic).

Se remodelaron los dos templos, la plaza principal, la calle Juárez que hoy es un amplio corredor al nuevo muelle de San Blas, de donde saldrán los ferrys a Islas Marías, el mítico penal donde estuvo preso José Revueltas, a donde fueron enviados los implicados en el asesinato de Álvaro Obregón, donde ofició el padre Trampitas por 25 años, donde vivió en paz la mujer que hizo pozole a su marido.

Por su propensión a la nostalgia, sólo este viejo puerto cree real la leyenda de la loca de San Blas que canta Maná, pese a que el vocalista aclaró al periodista Antonio Tello que la mujer a la que se refiere la popular melodía se inspiró en una historia ubicada en Puerto Vallarta.

En el mismo lugar en que los lugareños dicen que la mujer vestida de novia esperó por décadas al amado que nunca volvió, hoy se ha levantado una plaza comercial que semeja el casco invertido de un barco, como esos barcos que surcaron el Pacífico y el Mar de Cortés en otros siglos.

El alcalde de San Blas no cabe de emoción. Anda como quien va a estrenar casa o la ha reconstruido y espera al cura para la bendición. Quiere, casi, tomar la escoba, pintar, retocar. 

Las obras en el puerto tuvieron una inversión de 170 millones de pesos. Ejecutadas por el gobierno federal a través de SEDATU  (Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano) es la mayor inversión en infraestructura en muchos años. Hubo importante derrama económica en la construcción. Pero lo bueno está por venir: los viejos comerciantes del centro histórico se muestran alegres porque se peatonizó la plaza, y se ampliaron las banquetas del corredor que va al muelle. Esperan más turismo. Más actividad. Centavos en las manos.

Una mujer mayor hace un recorrido por las calles que supone caminará el Presidente. Escoge el sitio donde apartará lugar desde mañana temprano para verlo partir a Islas Marías en el buque de apoyo logístico número once, que zarpará este viernes con las esperanzas de los sanblaseños puestas en esa ruta turística con bendición presidencial.

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