Vivir en un pueblo pequeño es todo un privilegio, además de estar en un entorno donde convivir con la naturaleza es algo cotidiano, respirar aire fresco y un sitio tranquilo son otros beneficios de la vida en el rancho.

Pero también el tener alimentos frescos y de primera mano es una gran ventaja: frutas y verduras directo del campo, carne y pollo de las granjas y criaderos y otros productos derivados de ellos.

Vivir en el rancho es sinónimo de tener leche recién ordeñada, calientita y directa de la vaca, beberla inmediatamente es un placer que no todos han experimentado.

El guardar la leche en recipientes de metal para mantenerla fresca es otra cosa común en el pueblo donde además se acostumbra también a tomar el típico “pajarete” que es una mezcla de leche recién ordeñada con azúcar, chocolate y alcohol de caña.

Si no has probado la lechita de vaca, no dudes en vivir la experiencia ¡Te fascinará su sabor!

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