El jaguar es una especie en peligro en México por la destrucción y fragmentación de sus hábitats naturales (bosques, selvas y manglares), debido a la construcción de infraestructura sin medidas de mitigación y la expansión de la frontera agropecuaria.

Descendiente del tigre dientes de sable y animal sagrado en Mesoamérica hace más de 500 años, en el mundo habitan 36 especies de felinos, de las cuales 18 están en las selvas de América y seis en México: puma, ocelote, jaguarundi, tigrillo, lince y jaguar, el más amenazado.

En 1900 había más de cien mil ejemplares; actualmente hay la mitad, la mayoría en Brasil. En 2010, según un censo, había cuatro mil en México y en 2018, según otro recuento, la población aumentó a cuatro mil 800, a pesar de la situación ecológica tan complicada que se vive en el país.

“Las cinco regiones de México donde vive el jaguar enfrentan la construcción de infraestructura sin medidas de mitigación y la expansión de la frontera agropecuaria, que destruye los hábitats de ésta y otras especies, y la pérdida de conexión entre los distintos grupos de ejemplares”, señala el investigador.

Los felinos son clave para mantener los ecosistemas razonablemente bien conservados. Al cuidarlos, quedan protegidas otras especies y se mantienen los servicios ambientales. En buena medida, la permanencia de los felinos en sus hábitats naturales se encuentra ligada al bienestar humano.

Después de preguntarse ¿Cómo sería un mundo sin la presencia de jaguares, ocelotes o pumas? ¿Cómo sería un mundo en el que vastas regiones de bosques y selvas permanecieran en un profundo silencio por la ausencia de estas especies?, afirma que “es nuestra responsabilidad que el jaguar y los demás felinos sobrevivan a los embates de estos tiempos, que conllevan grandes retos para la conservación de la naturaleza.”

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