La Ex hacienda de Miravalle, en el municipio de Compostela Nayarit es una enigmática mansión campirana que fuera una de las haciendas más importantes de la región desde el siglo XVI hasta finales del siglo XVIII y guarda una sorprendente leyenda que te compartiremos a continuación.
En el año de 1543 se descubrieron en la Nueva España, las famosas minas del Espíritu Santo de Compostela. El capitán conquistador Pedro Ruiz de Haro acababa de morir y dejaba viuda a su esposa doña Leonor de Arias y huérfanas a sus tres hijas, como habían quedado sin fortuna alguna, decidieron irse a vivir a una ranchería que llevaba por nombre Miravalle. En ella vivían las tres mujeres carentes de fortuna, pero de virtudes y honestidad reconocida.
Una tarde en que las mujeres se encontraban labrando el campo pasó un indio por el sitio, el cual les preguntó si tenían una tortilla que le regalaran. Las buenas mujeres le contestaron que sí lo invitaron a pasar a descansar. La madre ordenó a una de sus hijas que fuesen a moler el maíz para las tortillas y a otra a que hiciera una salsa. Una vez que el indio terminó de comer le dijo a la madre: “¡Dios de lo pague niña, piense mucho en Dios y tenga confianza que pronto le dará oro y plata que obtendrá de una mina que yo te daré! ¡Pasado mañana volveré con piedras metálicas!
En la fecha señalada el hombre regresó a Miravalle con mucho metal que entregó a doña Leonor del cual obtuvieron una gran cantidad de oro y plata. Como ya contaban con fortuna doña Leonor casó a sus hijas con nobles caballeros de Compostela. La fortuna era tanta, que ameritó que pusiera una caja real en la ciudad de Compostela. Los afortunados esposos construyeron su casa en el mismo sitio donde estaba la humilde choza donde vivieron las mujeres. Como la fortuna crecía muy pronto la ciudad de Compostela contó con Audiencia Real, alcaldes, mayores y oidores. El oro y la plata eran tan abundantes que se transportaban a la Ciudad de México con recuas conducidas por arrieros.
Sin embargo, tanta riqueza tan fácilmente ganada empezó a corromper a la familia y a los habitantes de la ciudad de Compostela. Se volvieron licenciosos y pecadores, sólo contaba para ellos el placer y la dulce vida. Fray Pedro de Almonte el cura más devoto e importante de Compostela se encontraba desolado ante tal situación y clamaba al cielo “oh, milpa, milpa, y como ha e enviar Dios fuego y te ha de abrazar!
Pues dicho y hecho, al conjuro del buen sacerdote aparecieron siete legiones de demonios que terminaron con la hacienda o milpa de Miravalle, al tiempo que llovía fuego del cielo, no quedó nada…